sábado, febrero 19, 2005

DESAFUERO: NO INVOLUCRAR A LA POBLACIÓN.

Por: Ezequiel Castañeda Nevárez.

La candidez generalizada que se observa en parte de la ciudadanía preocupa; la convicción de un sector importante de la población, que cree que lo que parece es, mortifica; la pasión que empieza a despertar en personas anteriormente apacibles o ajenas a la política, asusta; la seguridad que se percibe en algunos de estar en el camino correcto, desconcierta; el poder de manipulación de los políticos, que hacen de una falacia una campaña política exitosa, enoja; el que exista una confabulación para hacerse del poder o defenderlo, aprovechando la buena fe ciudadana, incomoda. Pero cuando el engaño inminente es claro, y hasta parece consentido por el engañado irrita y agravia más que nada, porque la impotencia invade, porque no hay argumentos válidos que aperciban, no hay razonamientos que prevengan porque no se escuchan. Todo esto parece darse en la sobredimención que el Jefe de Gobierno del DF ha dado al proceso de su posible desafuero, que se encuentra en marcha en la Cámara de Diputados. El avance del proceso ha llevado al tepetiteco al punto no solo de movilizar a los miembros de su partido político sino a tratar de involucrar a la población en una defensa que es más simple de lo que se cree, ya que no se trata de una invasión extranjera ni de una epidemia nacional, es solo un proceso establecido en la Ley que debe atenderse jurídicamente, como debió haber sido desde el principio y que hasta pudo evitarse.

El desafuero de AMLO se inscribe en el marco de la lucha política que libran las distintas fuerzas políticas nacionales y que como vemos empieza a contaminar a la sociedad civil exactamente del lado de la parte mas inmoral de la política, que viene siendo la mentira elaborada, la premeditada, la que se va adecuando y configurando a conveniencia como arma de lucha o para la obtención de dividendos políticos, aprovechando la participación ingenua de algunos y los evidentes errores de los adversarios políticos. No se trata de posiciones equivocadas o extraviadas; no, se trata de acciones mentirosas deliberadas y muy bien pensadas, como se producen en todas las cúpulas políticas que compiten entre sí.

No existe complot alguno ni canallada, existe una solicitud a la Cámara de Diputados que debe ser desahogada, y el origen es un asunto jurídico que AMLO nunca atendió jurídicamente, no se si deliberadamente para victimizarse, por desconocimiento o por desprecio a la Ley; cosa que Vicente Fox y asesores aprovecharon para tratar de deshacerse de él legalmente, pero de ahí a que sea una infamia, una canallada o un abuso de poder, hay un abismo. Tampoco significa que de la Jefatura de Gobierno sale a la cárcel

El riesgo que se veía venir, que era el de involucrar a la ciudadanía en un juego de poder, con el pretexto de evitar o de combatir el probable desafuero del tabasqueño, ya es una realidad, solo que parece darse a través de mentiras colosales con uso del poder y del marketing político para defender a una supuesta víctima, que si acaso lo es, sería de sus propios errores, cuando la realidad es que estamos solo ante una deficiencia o desatención jurídica de un asunto, que tiene precisamente consecuencias jurídicas, en las que nada tiene que ver la ciudadanía.

El juego político amenaza con arrasarnos a todos, y pretende ubicarnos obligadamente en alguno de los bandos para distinguirnos entre quienes estamos en favor y quienes lo estamos en contra, lo que significaría que habríamos caído en el juego perverso de la manipulación mediática, en una visión maniquea en la que solo existimos los buenos y los malos.

El riesgo es caer en la inestabilidad social, porque esto tiene consecuencias graves porque conlleva a la inestabilidad económica, lo cual ya fue advertido por la CIA en un informe que prevé este escenario en México a causa de los problemas políticos derivados de esta lucha con miras al 2006.

Pero no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre. La falta de cultura política nos hace víctimas naturales de las nuevas formas de hacer política, presas fáciles de cualquier campaña mediática. La falta de interés por los asuntos públicos o la pereza intelectual que hemos padecido nos pone a merced de los combatientes políticos en una disputa que no debe ser nuestra porque nada tenemos nosotros en el pleito ni ganamos nada al portar un uniforme de combate que no nos corresponde.

El de López Obrador no es el único caso, la cuestión parece ser: somos del TUCOM 1 o del TUCOM 2, estamos en favor del desafuero o en defensa del Jefe de Gobierno del DF, estamos con los conservadores panistas o con los neopanistas, simpatizamos con el Niño verde o aplaudimos que el IFE impida su estancia eterna en su Franquicia-Partido; apoyamos a Castañeda Gutman o a frívolo riquillo ese dueño de farmacias. Es la lucha, pues.

¿por quienes nos han tomado los políticos? ¿creerán acaso que la pereza intelectual de la masa realmente es atraso mental? ¿quienes realmente resultan culpables, los que mienten o los que creemos en sus mentiras? Creo que ya es tiempo que ubiquemos las cosas en su correcto sitio y que respetemos todos la lucha política como la herramienta legal que es para el acceso al poder y su ejercicio, pero que no se engañe a la población con espejitos ni cuentos de espanto, ni se aprovechen de sus necesidades o de su desconocimiento de las cosas para involucrarla en batallas que solo dejan saldos rojos.

Es cierto que a veces da la impresión de que efectivamente no nos ajusta muy bien la verdad, como que pedimos la mentira, como que nos hace falta la esperanza de un cuento bellamente platicado, que nos endulcen el oído, aunque sepamos en el fondo que no es verdad lo que nos dicen, pero lo cierto es que en el pueblo existe sabiduría política y experiencias históricas que no se pueden olvidar fácilmente, de tal manera que pueden decirnos que el problema indígena se resuelve en quince minutos, que pueden producirse millones de empleos en minutos, que el cambio bal, bla, bla, bla, pero eso no significa que puede ocurrir una y otra vez, que nos traguemos el cuento que la esperanza la representa un solo mesías cuando sabemos que las soluciones están principalmente en la colectividad y en menor grado en los gobiernos.

No, no hay que dejarse engañar ni mucho menos auto engañarse; todo este embrollo político es producto de la lucha política y en esta puede valerse de todo, pero no el utilizar ciudadanos como cinturones humanitarios para defensa de intereses políticos. Que se den con todo, pero que no provoquen convulsiones sociales y que no falten al respeto a nuestra inteligencia. Que no nos vendan mentiras porque no se las vamos a comprar y mucho menos cuando nos empujan a una lucha fratricida sin sentido, porque esto es inmoral a todas luces. Esa es la cuestión.

eze_cas@hotmail.com